El hormigón arquitectónico puede parecer sencillo: solo verter y listo. Sin embargo, lograr el acabado deseado es altamente complejo. No hay margen de error; una equivocación requiere demolición y volver a empezar.
La construcción se sostiene en el silencio, las suposiciones y la esperanza. Estas son las verdades incómodas de nuestra industria. Creemos que decirlas en voz alta es el primer paso para hacerlo mejor.
Cuando Eduardo Eurnekian imaginó una sede icónica para su empresa, buscaba un diseño que no solo fuera arquitectónicamente distintivo, sino que también ofreciera el mejor entorno de trabajo para su equipo.